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16 abr 2021

Lo que el COVID nos está quitando!!!


 Los que estamos vivos nos tenemos que cuidar como con cualquier enfermedad y tomar los recaudos necesarios para no caer en otras: como el alcoholismo, el sedentarismo, el aislamiento social y la falta de alegría. Perder eso en vida es más trágico que morir. Como dicen los estoicos: a la muerte nunca la vas a ver, cuando llega, ya no estás. Vive la vida, con intensidad y con cuidado de que por escapar del COVID caigas en cosas peores que te hagan sufrir la vida. Repito, la muerte no se sufre.

Fíjense las palabras que se repiten: MUERTE, DISTANCIAMIENTO, CIERRE, SUSPENSIÓN, GRIETA, AISLAMIENTO. Nada que humanamente nos ayude. Desde Aristóteles se dice que el hombre es un animal social. Dada las condiciones de la pandemia, su mutación, capaz que muchos no veeamos su fin.  Mientras tanto qué no nos quite el reír, el amar y el soñar.

24 ago 2010

Nunca estará errado quien va detrás de su sueño



Cuentan hombres dignos de fe que hubo en El Cairo un hombre poseedor de riquezas, pero tan magnánimo y liberal que todas las perdió menos la casa de su padre, y que se vio forzado a trabajar para ganarse el pan.
Trabajó tanto que el sueño lo rindió una noche debajo de una higuera de su jardín y vio en el sueño un hombre empapado que se sacó de la boca una moneda de oro y le dijo: "Tu fortuna está en Persia, en Isfaján; vete a buscarla".
A la madrugada siguiente se despertó y emprendió el largo viaje y afrontó los peligros del desierto, de las naves, de los piratas, de los idólatras, de los ríos, de las fieras y de los hombres.
Llegó al fin a Isfaján, pero en el recinto de esa ciudad lo sorprendió la noche y se tendió a dormir en el patio de una mezquita. Había, junto a la mezquita, una casa y por decreto de Alá Todopoderoso, una pandilla de ladrones atravesó la mezquita y se metió en la casa, y las personas que dormían se despertaron con el estruendo de los ladrones y pidieron socorro. Los vecinos también gritaron, hasta que el capitán de los serenos de aquel distrito acudió con sus hombres y los bandoleros huyeron por la azotea.
El capitán hizo registrar la mezquita y en ella dieron con el hombre de El Cairo y le menudearon tales azotes con varas de bambú que estuvo cerca de la muerte.
A los dos días recobró el sentido en la cárcel. El capitán lo mandó buscar y le dijo: "¿Quién eres y cuál es tu patria?" El otro declaró: "Soy de la ciudad famosa de El Cairo y mi nombre es Mohamed El Magrebí". El Capitán le preguntó: "¿Qué te trajo a Persia?" El otro optó por la verdad y le dijo: "Un hombre me ordenó en un sueño que viniera a Isfaján, porque ahí estaba mi fortuna. Ya estoy en Isfaján y veo que esa fortuna que prometió deben ser los azotes que tan generosamente me diste".
Ante semejantes palabras, el capitán se rió hasta descubrir las muelas del juicio y acabó por decirle: "Hombre desatinado y crédulo, tres veces he soñado con una casa en la ciudad de El Cairo, en cuyo fondo hay un jardín, y en el jardín un reloj de sol y después del reloj de sol una higuera y luego de la higuera una fuente, y bajo la fuente un tesoro. No he dado el menor crédito a esa mentira. Tú, sin embargo, engendro de mula con un demonio, has ido errando de ciudad en ciudad, bajo la sola fe de tu sueño. Que no te vuelva a ver en Isfaján. Toma estas monedas y vete."
El hombre las tomó y regresó a su patria. Debajo de la fuente de su jardín (que era la del sueño del capitán) desenterró el tesoro. Así Alá le dio bendición y lo recompensó.
Le debo el autor....
Interesante cuento que nos muestra dos actitudes: el que va detrás de sus sueños y el que renuncia a ellos. Los sueños no tienen un camino fácil ni directo pero el andar, la utopía, nos lleva a su realización...