31 oct 2010

No estamos en tiempos con lógica



El diablo sobre ruedas es el título que se dio en España, Reto a la Muerte y El duelo en América Latina, a la película Duel (1971) , el primer largometraje de un joven Steven Spielberg de apenas 24 años.
Un coche, un camión y un único artista, son los protagonistas de toda la película.
David Mann (Dennis Weaver) viaja con su coche por California, cuando adelanta a un viejo y oxidado camión, un Peterbilt 281 con motor Detroit Diesel de 360 cv y caja de cambios de 12 velocidades + 2 atrás de los años 70. La palabra que sobre la cisterna aparece escrita actúa como excelente anticipación del carácter irracional del antagonista: INFLAMABLE es tanto la carga que quizás transporta como su mismo mal carácter, poco dado a aceptar que el primer coche que se impacienta tras él le humille dejándole atrás en un acelerón.
El automovilista se inquieta un poco ya que el camión parece perseguirle. Después de un rato la persecución se convierte en acoso. Toda la película se desarrolla en una carretera y la tensión y el suspenso radica en ese acoso y cómo un humilde viajante puede escapar de algo tan imprevisto y sin lógica.
Es una película que atrapa desde su inicio, por los detalles que utiliza Spielberg para mantener el suspenso, a tal punto que una vez que David puede zafar del acoso, ve el camión con las ruedas hacia arriba pero el ruido final de una de sus ruedas es suficiente como para dar la sensación que podría ponerse nuevamente en marcha, tal la tensión y el ritmo que impone a la misma.
Podía haber dejado un final abierto sin que perdiera coherencia en su incoherencia, pero sucumbe ante el lugar común del final feliz.
No tiene la lógica de otros tiempos. No es necesario ver el rostro del que maneja el camión. No se puede encontrar un “para qué”. Ronda la idea del “porque sí”, un simple juego donde se puede entrar sin quererlo, ni proponértelo, porque a otro se le ocurre meterte en el juego de él. Algunos ganan y otros pierden. Esas son las nuevas reglas de juego.

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