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3 dic 2016
El coraje de Lola Mora ante la discriminación
“Cuántas veces nos detuvimos a mirar los detalles de la Fuente de Las Nereidas, ahí en costanera sur, y nos preguntamos cómo habrá sido la vida de Lola Mora, esa mujer que a fines del siglo XIX y principios del XX talló el mármol con sus propias manos dejándonos una obra tan maravillosa y potente.
Lola Mora tal vez sea la artista plástica más notable que haya dado este país tiene una apasionante historia. Dolores Mora de la Vega, que ese el nombre completo.
Las polémicas y escándalos alrededor de su vida y su obra son muchísimos; atacada desde distintos sectores, en algunos casos opuestos entre sí, fue objeto de diversos reproches por sus esculturas cargadas de una sensualidad pagana, contraria a la iconografía promovida por la Iglesia Católica.
Lola Mora también fue acusada por los presuntos «excesos» de su vida privada de la que, en rigor, bastante poco se sabía. Padeció lo mismo que muchos otros artistas argentinos: su obra sufrió el castigo por los supuestos pecados del autor y, a la inversa, su nombre fue vapuleado por el carácter provocativo de su obra..
El escándalo la acompañó desde su más tierna infancia, cuando, al morir su madre, Regina Vega, se hizo público el hecho de que además de los cinco hijos que tuvo con su marido Romualdo Mora, tenía un hijo natural con otro hombre.
Basta imaginarse lo que significaba semejante cosa en aquella época y en un pueblo chico del interior.
Al dolor de la muerte temprana de su madre y, al poco tiempo, de su padre, se sumó la condena pública de la sociedad que, por lo bajo, llamaba a los huérfanos «hijos de mala madre». Este estigma determinó su carácter rebelde.
Hubo un hecho en la vida de Lola que marcó su vocación: cuando ella tenía veinte años llegó a Tucumán un prestigioso maestro de pintura italiano: Santiago Falcucci.
Lola, se acercó tímidamente al artista para mostrarle sus dibujos. Esperaba la opinión del maestro como si se tratara de una sentencia de vida o muerte.
Falcucci no solamente le dijo que tenía un gran potencial, sino que la admitió como discípula. En poco tiempo, Lola se convirtió en su mejor alumna. Sin embargo, un hecho lamentable habría de empañar su entusiasmo: Lola Mora presentó sus primeras obras en una exposición organizada por la Sociedad de Beneficencia de Tucumán, pero, habida cuenta de su pasado familiar marcado por la «indecencia» de su madre, la fundación decidió rechazar sus cuadros con un argumento humillante:
“La Srta. Mora no armoniza con el apellido de las demás expositoras.”
Lola Mora estaba indignada. El maestro Falcucci, en un gesto valiente y desafiando a la poderosa fundación, salió en defensa de su discípula: si no aceptaban la obra de Lola, retiraría la de todos sus alumnos. También sus compañeros mostraron una conducta ejemplar al solidarizarse con Lola (el coraje moral del que hablábamos ayer).
Fue aquélla la primera y decisiva gran victoria de Lola Mora contra la prepotencia del poder ya que, al fin, le permitieron exponer sus cuadros. Pero más temprano que tarde le harían pagar caro su osadía. Todavía no había concluido la muestra, cuando empezó a circular el rumor de que la encendida defensa de Falcucci hacia Lola tenía un fundamento dudoso: tal vez, decían, la relación que los unía no fuese sólo la de un maestro con su alumna. La obra de Lola era juzgada ya no con la vara de la estética, sino con la balanza adulterada de la moral.
Dos años más tarde Lola Mora decidió redoblar la apuesta contestando a los rumores sobre su vida privada con una nueva y elocuente producción artística; presentó para la exposición los retratos de los sucesivos gobernadores de Tucumán. La obra, desde el punto de vista artístico, era sencillamente deslumbrante; y aunque alguien se hubiese atrevido a poner en duda aquel pincel magistral, nadie se habría animado a rechazar una muestra con tan insignes retratados. ¿Qué iban a decir ahora las damas de la sociedad, que la pintora se había acostado con todos los mandatarios de la provincia?
Lola Mora descubrió que para poder abrirse camino en el tortuoso mundo del arte había que moverse con inteligencia. Fue una jugada maestra: no sólo consiguió exponer nuevamente en el salón de la Sociedad, sino que el gobierno provincial compró la colección completa, pagando a la autora una suma formidable para la época: cinco mil pesos.
Aquella venta le permitió a Lola Mora dar el primer gran salto de su carrera.
Ella sabía que para poder avanzar debía seguir estudiando, perfeccionado sus técnicas y abrirse a otras disciplinas. Dolores Mora de la Vega resolvió entonces viajar a la meca del arte: Italia.
Historia contada por Federico Andahazi
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Etiquetas: Las Nereidas, Lola Mora
6 feb 2016
1909 Rosario: Monumento a la Bandera por la colecta de los rosarinos.
En 1909 la Comisión del Centenario de Rosario contrató a Lola Mora para
realizar el ansiado monumento en el marco de los festejos del Centenario
previstos para la ciudad. Cabe destacar que este proyecto fue el único que ligó
los festejos que se realizaban en la ciudad con los que se venían desarrollando
en Buenos Aires.
La artista tucumana era ya conocida en el campo artístico a
partir de sus grandes instalaciones monumentales en espacios públicos. Si bien
el Monumento a la Bandera aparece como un deseo de la escultora desde que se
forma la Comisión de 1903,
Esta foto aparece en "Monos y Monadas" del 27 de noviembre de 1911.
En la misma publicación se recuerda que antes que los poderes público por la ley de celebración del primer centenario estableciera la obra, fue por iniciativa del pueblo de Rosario que con vivo entusiasmo patriótico había decretado la creación de una obra de arte para recordar el lugar donde la creó Belgrano. La comisión vecinal creada con tal objeto comenzó la colecta de fondos con éxito y se dirigió a la escultora para que hiciera el anteproyecto general de la obra.
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Etiquetas: Lola Mora, Monos y Monadas, Monumento a la Bandera, sábados historia real de Rosario
19 nov 2013
El placer estético de un desnudo humano
La belleza de esta fuente es imposible de describir sin verla de cerca. Los músculos, las inclinaciones, las proporciones son perfectas. Es una obra realizada en mármol blanco de Carrara que actualmente se halla en la Costanera Sur de la ciudad de Buenos Aires.
El hombre en cada época ha tenido sus delirios y así lo indica la reacción ante esta obra de arte mayor, que no tiene nada que envidiar a las más famosas del mundo. Los detalles sobrepasan lo imaginario.
En1903, las críticas moralistas a la fuente de Las Nereidas de Lola Mora no permitieron que la obra se emplazara en el centro de la Plaza de Mayo, de Buenos Aires. Una lástima.
Ella replicó a los ataques a sus Nereidas, con altura y lucidez. "Lamento profundamente que el espíritu de cierta gente, la impureza y el sensualismo hayan primado sobre el placer estético de contemplar un desnudo humano, la más maravillosa arquitectura que haya podido crear Dios", se limitó a decir entonces. Con la razón contrarrestó a la censura.
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Etiquetas: Las Nereidas, Lola Mora
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