El cinismo genera desconfianza y desesperanza. Frente a él es necesario repetir una y otra vez que otro mundo es posible (y necesario). Contra el fatalismo histórico que anida en el alma del cínico, es esencial reivindicar el poder de la razón y de la participación, el principio de la esperanza , la indignación frente al mal y las estructuras de injusticia que ahogan el mundo. Nos conviene recordar que toda realidad viene precedida por un sueño.
Después del fracaso de las viejas utopías, llegó el nihilismo y, con él, el cinismo. Pero, después del cinismo, ¿qué podemos esperar? .
Si nada tiene sentido, el nacer como el morir son actos absurdos, la vida humana, la lucha por un mundo mejor, el compromiso para transformar la historia, el sacrificio por algo carece de sentido. Todo procede de la nada y vuelve, luego a la nada. Nada merece la pena, ni el esfuerzo y la entrega, ni el don de sí mismo . El cinismo es la peor versión de la desesperación.Nadie sabe con certeza qué se puede hacer o esperar después del cinismo. Será necesario forjar nuevos horizontes de sentido, anclados en el conocimiento real del ser humano, pero con la memoria despierta, pues, de otro modo, podríamos tropezar, una vez más, con la misma piedra.
Francesc Torralba Roselló es director de la Cátedra Ethos de la Universidad Ramon Llull.
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