Al punto que se ha desarrollado una literatura sobre el odio en la política.
Hay un célebre filósofo alemán, Peter Sloterdijk, que sostiene que la misión de la política es detectar o rastrear, como si hiciera minería o pesca, “bancos de cólera”, de ira, de agresividad, de bronca” y movilizarlos, así la función del líder será sintonizar con esos sentimientos y conducirlos. Imagínense.
instalando pequeñas oposiciones contra determinados sujetos que son el blanco de la cólera, del odio que agrupa, da un sentimiento de pertenencia mucho más que un programa o un sueño a seguir. Esto es lo que sostienen estos teóricos que miran sobre todo ese gran campo del odio que son las redes sociales. Todos los días tiene que haber un enemigo.
Y cuando deja de ser espontánea transformándose en una práctica política y teórica ya es demasiado tarde,de ahí la urgencia de ver qué la sostiene, para llegar a lo más profundo, a su raíz humana de donde deriva y expande dejando un rastro de horror a lo largo de la historia de la humanidad. La violencia, el terrorismo, la guerra y el exterminio son sus consecuencias por lo que mirar desde la indiferencia convierte en responsable. Constituyen amenazas para la consolidación de la paz y de la democracia en el plano nacional e internacional y obstáculos para el desarrollo, Y también resueltos a conseguir “todas las medidas positivas necesarias para fomentar la tolerancia en nuestras sociedades, por ser ésta no sólo un preciado principio, sino además una necesidad para la paz y el progreso económico y social de todos los pueblos”, debemos entender que “no sólo es un deber moral, sino además una exigencia política y jurídica”.
La educación puede ayudar al fomentar el respeto, la comprensión mutua y un sentimiento compartido de humanidad.
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