Observando las Olimpíadas vimos a nuestro equipo con la misma camiseta, todos para el mismo lado. Siendo jugadores que compiten en el exterior, en distintos clubes de nuestro país, con distintos colores, todos tenían la celeste y blanca y el esfuerzo estaba puesto en ganarles a los otros, no entre nosotros. Los logros eran de todos, las frustraciones de todos.
Lo peor que nos puede pasar es que los que se oponen traigan la violencia interna como forma, no sólo de confrontar, sino de imponer sus ideas a la sociedad.
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