23 jul 2023

Desmoralizar a un pueblo es un arma muy poderosa.


Desmoralizar a un pueblo es un arma muy poderosa. Más de lo que nos podemos imaginar. Mostrar nuestras miserias, nuestra podredumbre, no deja lugar para ver que tenemos salvación, que hay materia prima sana para desde ahí salir adelante. Con el desaliento se piensa: Para qué voy a ir a votar si son todos iguales. De qué sirve si hace 60 años que estamos mal. Total para qué- Es como el adicto, la mujer golpeada, CÓMO SALIR?. De nada ayuda que te digan que sos una piltrafa, que tu vida no vale nada, que nadie te quiere. Sin embargo como país lo escuchamos a diario.

Hace 80 años, José Ortega y Gasset alentaba a los argentinos a dejarse “de cuestiones previas personales, de suspicacias, de narcisismos. No presumen ustedes el brinco magnífico que dará este país el día que sus hombres se resuelvan de una vez, bravamente,a abrirse el pecho a las cosas, a ocuparse y preocuparse de ellas directamente y sin más, en vez de vivir a la defensiva, de tener trabadas y paralizadas sus potencias espirituales, su curiosidad, su perspicacia, su claridad mental secuestradas por los complejos de lo personal”. Alguien tomó esos complejos y los utilizó para USO PERSONAL.

FORMAS DE MANIPULACIÓN PERVERSAS. Argentinos a sus cosas

Entramos en una "guerra civil cultural" donde las armas SON LAS PALABRAS, donde todo se pone en cuestión: sexo, familia, la vida, el aborto, el feminismo, "Una guerra civil cultural” que separa amigos y que hace que dejen de hablarse, , “por culpa de unos políticos que están haciendo su negocio” diría Pérez Reverte

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