9 sept 2020

Si miras el reloj el tiempo no avanza.

Hoy me llegó un recuerdo, como un correo mental, de esos que te traen fotos de vivencias que te marcan. En una se ve a una niña pequeña de unos cuatro o cinco años recostada boca abajo, sobre una cama de matrimonio, prolijamente cubierta con una colcha de brocato floreado, oliendo una polvera vacía, con  un aroma imborrable, que no se puede transmitir porque las fotos no huelen. Qué tendrá de extraordinaria esa caja  redonda en la que en su interior guardaba una bolsita de tela sedosa, que servía para aplicar el polvo que sacaba el brillo de la nariz?. Se la había regalado su tía Juanita, una persona tan suave y perfumada, como esa pieza que aún pareciera sentir en mis manos. Pero en esa foto también se encuentra un reloj, de los grandes, a cuerda, con su fuerte tic tac, que retumbaba en el silencio de ese cuarto de conventillo de Barracas, y ahí vuelvo a traer la misma pregunta que hice: por qué no se lo ve funcionar, parece parado?. Y su respuesta la guardé para siempre: porque si miras el reloj, el tiempo no avanza.

Nunca más la volví a ver. El hombre al que ella amaba, mi tío, aquel que esperándolo el tiempo no pasaba, la dejó por otra mujer.  Ella perdió la razón, "locura de amor", fue el diagnóstico de esa época. 

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