8 nov 2015

La exasperación de la utopía basada en el absolutismo

La unidad de una cultura proviene del sistema de esperanzas que en ella se dibuja. 
Para sostener su irrealidad el kirchnerismo creó un orden ideal, una esperanza, donde los que pretendían ser activos se hundieron en la pasividad obedecien
do la decisión suprema, dibujada como una religión en la que el Supremo nos miraba desde el Arsat.
El error de todo absolutismo, dice María Zambrano, ha sido querer retener el tiempo. Pues en la raíz de la voluntad hay un “siempre” declarado, escondido, que “esto sea así para siempre”.
Así el actual populismo, con sus hábitos autoritarios, su servil culto a la personalidad, su facilidad para corromperse, su sensibilidad puesta en la imposición,convirtió a  la utopía en una exasperación.
Ahora vemos que  los liderazgos de los dos candidatos son distintos, uno es sin dudas el líder de su fuerza, lo mismo no se puede decir del otro; uno puede tomar decisiones con una libertad que el otro no conoce. Puede que Scioli crea sinceramente en una Argentina diferente a la impuesta por la Señora, pero sus compromisos con el pasado son demasiado evidentes. Y la libertad que llevamos todos los argentinos en lo más hondo de nuestro ser, no puede ser marcado por un autoritarismo, que por lo personalista, nunca puede ser hereditario.
 Scioli podrá querer seguir con la utopía pero la exasperación de la misma nos rebela y que se cumpla lo que algunos proponen como: “un acuerdo entre las grandes corrientes políticas, en el que la colaboración sustituya a la disputa facciosa” no condice con la realidad que nos espera.
La nueva política no puede ser fundada en utopías ni en acuerdos que sujeten, sino en hechos donde la República, la res publica, que en latín significa “cosa pública”, deje de estar en manos de exasperados utopistas y pueda el pueblo pensar con libertad y expresión libre para ser escuchado y ser escuchados.
El Gobierno no es el dueño de la verdad, es el que equilibra fuerzas cambiantes, intereses cambiantes, que por gestión, y no por la fuerza ni por acuerdos previos, se complementan y construyen incluyendo la diversidad, donde los resultados positivos puedan ser evidentes y amplios.
Lo mejor que nos puede pasar es terminar con tanta exasperación, con el "vamos por todo" y el "para siempre". 
Con esfuerzo, con los conocedores de las distintas disciplinas asesorando o trabajando (como lo que se lograría con Abel Albino y su Fundación Conin) en forma conjunta, dejando los gestos adustos y prepotentes y los dueños de la verdad de lado, podremos terminar con las falsas utopías que nos vienen persiguiendo desde hace tanto tiempo. y tanto mal nos han hecho.  Esa es mi utopía.  
Stella Maris Coniglio

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