20 mar 2014

La humildad, otra herramienta.


Las formas de elegir enfrentar la vida con orgullo o con humildad es otra herramienta. El orgulloso es el que más frustraciones recibe, porque como piensa que se las sabe todas, cuando no es así no es capaz de poner empeño para alcanzar lo que busca. Abandona la batalla, se entrega. De orgullosos debe estar lleno el mundo de drogadictos que no manejan las frustraciones o quieren ser más de lo que son.
Mientras que el humilde, que no significa sumisión, ni obediencia, ni humillación sino el conocimiento de sus propias limitaciones y de su necesidad del otro para desarrollar sus capacidades, va a preguntar, va a volver a intentar, va a practicar, hasta que logre su objetivo. Reconoce que tiene mucho que aprender. Sabe que no nace sabiendo, que no tiene todas las habilidades que hay en distintos seres humanos. No puede ser un Messi en fútbol, no puede ser un Del Potro en tenis, no puede ser el más diestro de los compañeritos en un juego de computación, ni en el manejo de una patineta, pero como es humilde, puede preguntar. Y ahí radica la humildad. No tener vergüenza de carecer, de no saber, de empezar de abajo. Para ser grande, primero hay que aprender a ser pequeño.
No es malo equivocarse, es humano, lo malo es no reconocerlo.
La prepotencia te hace fuerte por un día, la humildad es una construcción hacia la fortaleza, que nunca termina.

En estos años tuvimos como modelos a un Maradona con su orgullo, a un D´Elía con su prepotencia. A la cultura que para sacarlos de la humildad los llevó a la prepotencia, al facilismo, a la evasión, a la ficción. Sin esfuerzo, sin humildad, sin empeño. A la fortaleza por un día. Solamente volviendo a la humildad bien entendida, la que sale de adentro, de la ignorancia al conocimiento, restituiremos los lazos sociales, donde el que más sabe ayudará al que menos sabe, para lograr una sociedad digna y respetuosa. Orgullosa, sí, pero no porque la sabemos toda, sino porque sabremos que pusimos todo el empeño para lograr todo lo que tenemos.

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