6 abr 2016

Yo no elegí ser gorila.


Yo no tengo la culpa. Uno va viendo la realidad y no elige lo que le gusta porque quiere. Le van surgiendo naturalmente sus simpatías o rechazos. Va viendo qué le hace bien a su país y qué le parece que no, y va tomando partido. Pero vuelvo a repetir, uno no es culpable de lo que elige. Sus sentimientos no los puede mover al antojo de uno. Lo que te gusta te gusta y lo que no, no.
Cuando estuvieron los montoneros y la Triple A, poniendo bombas, desapareciendo personas, me asusté, era muy joven y estaba criando a mis hijos. No me gustó esa forma de ser autoritaria y resentida para el futuro de mi patria. Y ahí capaz que empecé a ser gorila. No quería esa forma de vida para siempre. Resultaron ser los mismos que firmaron la aniquilación de la subversión y le entregaron ese poder a los militares, por un decreto de un peronista. Y eso tampoco me gustó. No se pueden exterminar personas como cucarachas. Así fueran las que me causaban miedo. Y no podía pensar que tenía que elegir entre militares o peronistas. Porque para mí el peronismo era prepotencia, no democracia, igual que los militares. Y como dije alguna vez: Alfonsín sembró las utopías recitando el Preámbulo de la Constitución Argentina para recordarnos la importancia de la democracia, que la teníamos que defender. Sembró utopías y nos dejó con las ganas de ver crecer la democracia.
 Pero los que dicen gorilas a los demás, fueron los que se aliaron con Bunge y Born, con  Fortabat (recuerdo la bolsa de cemento a $ 7 en los últimos tiempos de Alfonsín y luego de la entrega del poder a Menem pasó a costar $ 4,50) y a lo más rancio de la burguesía argentina. Destruyeron la industria nacional. Esos que nos dicen gorilas. Yo no elegí ser gorila. Lo que iba sucediendo en nuestra historia me fue haciendo optar. No podíamos querer eso.
 Y llegamos a De la Rúa. No era una luz. Era un necio. Pero los que nos dicen gorilas no lo dejaron gobernar más de un año. Al año le hicieron explotar la bomba económica que le habían dejado pero lo necesitaban para licuar las deudas en dólares que ya no podían pagar los que se habían endeudado en dólares en la época de Menem. Y lo hicieron volar en helicóptero. Necesitaban la gran devaluación y la hicieron de la forma más nefasta que se puede suponer: asimétrica. Y a los que vimos la injusticia que los ricos se hacían más ricos pagando en peso (a $1) lo que debían ,mientras los bancos decían que no podían devolver el dinero AHORRADO por los argentinos, nos llamaron cacerolos. Ya no sólo éramos gorilas, ahora también éramos cacerolos.
Armaron las elecciones de tal manera que sólo podías elegir entre dos peronistas. Menem cayó, Kirchner quedó. Y fue ahí que inventaron a los piqueteros, los planeros, los punteros, dejaron entrar a la droga y a la corrupción organizada para con el dinero de todos crear su propia burguesía nacional (sic). Desalentaron el ahorro, la disciplina del trabajo y crearon la dependencia esclava de millones de argentinos para consumir, consumir, consumir. Ni qué hablar cuando me enteré de la "ley espía" silenciada por los medios. El control venía por todo. Pero nunca elegí ser gorila, porque en realidad lo que pasó es que no me fue gustando la forma de vida que nos planteaba el peronismo y sus variantes. Nunca me inspiró admiración, nunca me enamoró, nunca me brindó seguridad, siempre me mostró la avivada, el resentimiento y la prepotencia. Formas de ser que para mí hacen mal. Y no me puede gustar. Lo siento, soy gorila. Pero recuerden; no elegí serlo.

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