6 ene 2013

Contaminantes de nuestra cultura


Cuentan que había dos pueblos amigos que tenían sus tierras colindantes y que competian sanamente vendiendo sus cosechas en el mismo mercado. Ambos sacaban su agua de pozos subterráneos.
Un día el pueblo A encontró que sus plantas se marchitaban y que el agua con el que regaban sus cultivos estaba contaminada..El pueblo B aprovechó la oportunidad y aumentó sus precios en los mercados, obteniendo fuertes ganancias.
El pueblo A empezó a sospechar del B, que podría estar contaminando su agua para vender más caros sus productos. Era la única explicación. Decidieron declararle la guerra y tomar sus tierras a la fuerza. Así se vengarían y contarían con agua no contaminada. Ganaron la guerra y el pueblo B se tuvo que mudar a territorios lejanos y empezar de nuevo.
El pueblo A, que ahora ocupaba las tierras sembradas del B, empezó a prosperar. Pero al poco tiempo las plantas empezaron a morir y descubrieron que otra vez la causa era el agua contaminada del pozo. Ahora no tenían a quién echarle la culpa.
Como no había culpables aparentes, investigaron las causas a fondo y se sorprendieron al descubrir que ellos mismos contaminaban su propia agua con la sustancia química que usaban para lavar sus cultivos.
La cultura, que normalmente es subterránea (no somos conscientes de ella) tiene un impacto enorme en los resultados de la organización de un país.
Están adoctrinando y muchos chicos no van a ver mal que no cumplan con la ley. Como dijo el otro día Fontevecchia: "Lo que el kirchnerismo vino es a crear una Argentina más rebelde". Para muchos ya no están al margen de la ley, están "rebeldes". Es bueno hacer notar que la rebeldía suele ser delito cuando se está fuera de la Ley y no respeta la Constitución. En esto tenemos que trabajar los que queremos sostener los valores para que no normalicen los delitos (p.e. los prostíbulos de Zaffaroni, la legalización del consumo de droga que compran a narcotraficantes, el acoso a la justicia cuando les falla en contra, etc.).
Qué mejor para venderle a los jóvenes que un producto que venga envuelto con el papel de la rebeldía y ellos les están vendiendo una utopía vacía de contenido, haciéndoles creer que el poder está en otro lado mientras ellos son el poder, como bien dijo Fernández Díaz. Ellos son los contaminantes.

(la historia la extraje del libro de  David Fischman en “Cuando el liderazgo no es suficiente”. )

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