Es impresionante cómo se apañan dentro de los partidos políticos, así los actos ajenos puedan manchar su propia carrera. Cuando descubren un caso de corrupción, en vez de ser privados del trabajo como lo vimos en Brasil, son sacados de la zona de conflicto y trasladados, aduciendo que el conocimiento del hecho delictivo se debe a una operación de la oposición. Los honestos, a semejanza de Sérpico, son corridos o convertidos en testigos silenciosos de los hechos que ven a su alrededor. A medida que pasa el tiempo dentro de la estructura corrupta terminan mimetizándose y culpando a quien se les ocurra descubrir el entramado corrupto que es fácil verificar apenas se empiezan a investigar casos particulares. Pareciera ser que por común, se considera normal, el desvío de dineros públicos y que fuera una inocentada el descubrirlos. Es tan fuerte el entramado que cuando estás con los acusadores no sabés si lo hacen por el bien de la Patria o es que quieren tomar el botín. Triste y difícil para generar la confianza en mínimas reglas de convivencia. Los éticos se van, los corruptos se cubren entre sí.
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