29 mar 2012

Tiburcio Gómez nos enseña el camino de la utopía




Tiburcio Gómez llegó a Rosario en el 78, persiguiendo junto a sus padres la idea de un futuro más próspero del que podría ofrecerles el monte chaqueño. Se instalaron en Bella Vista, por aquel entonces una zona de quintas, y su papá consiguió trabajo en la construcción.
Cinco años después el hombre murió en un accidente y su mamá, presa de una profunda depresión, se alejó de la casa. "Eramos siete hermanos, el mayor tenía 14 años y el menor 2 meses. Fue muy triste, el bebé lloraba porque tenía hambre y nosotros también. Creo que los cinco primeros días la pasamos llorando abrazados. Después mi hermano mayor consiguió un trabajo de albañil. El de siete y yo ,que tenía cinco, salimos a manguear y los demás se quedaron cuidando la casa. Así crecimos a los saltos. Aprendimos a sobrevivir y salir adelante. Luego, uno de mis hermanos ayudaba a la familia trabajando en una fábrica pero en el 2001 esa fábrica cerró" recuerda Tiburcio.
."Nunca voy a olvidar una noche del 2001. Había salido a cirujear a la tarde, era ya de madrugada y no tenía en el carro más que una caja de televisor y una naranja, la mitad podrida. Estaba en Francia y Zeballos, no había comido nada en todo el día. La calle había quedado vacía, no se veía ni un alma. Miré el cielo. Me pregunté si ese sería mi destino y el destino de mis hijos. Entonces me di cuenta de que tenía que hacer algo"..
Y es ahí donde nos juntamos todos y empezamos a acopiar y reciclar plásticos. Primero teníamos un molino chico de 4 HP y dos años después, con ayuda del Plan Manos a la Obra, pudimos comprar un molino de 10 HP. El último año se nos rompió el motor y no teníamos fondos suficientes para repararlo, fue ahí que tomamos contacto con Microban y logramos un microcrédito de 3.000 pesos que nos permitió arreglarlo y seguir con la producción. Estamos pagando puntualmente el crédito y tenemos nuevos proyectos. Nos ayudaron mucho.”

En la actualidad el emprendimiento de los hermanos Gómez genera trabajo directo a 18 personas e indirecto a más de 300 que acopian plásticos. Con el tiempo los hermanos lograron recuperar a su madre que está con ellos en un reencuentro que les regaló la vida.
"Nunca me resigné", dice después de repasar los proyectos que, con algo de ayuda oficial, se cargó a la espalda: un comedor, una planta de reciclado de plásticos y un cíber comunitario.
Junto a sus compañeros más jóvenes, Tiburcio Gómez montó un ciber con computadoras rescatadas de la basura.

Tanto tesón tuvo su recompensa: ganó el Premio al Microemprendedor, un aporte de 18 mil pesos por el que compitieron 258 proyectos de 15 provincias.El premio les permitirá completar los trámites para legalizar la cooperativa y, por primera vez, hacer planes a lo grande.
"Estamos armando un galpón en Rouillón y Circunvalación para ampliar la producción, por semana podríamos producir unos 4 mil kilos de material para meter en el mercado de materiales de construcción. Y si nos va bien hasta podríamos pensar en comprar una inyectora, así podríamos dar el salto y ofrecer los productos terminados", proyecta Tiburcio.

La pobreza no genera el delito. La desgracia no condena. Tiburcio y su familia son un ejemplo.

http://www.lacapital.com.ar/la-ciudad/El-cartonero-que-se-convirtio-en-el-microemprendedor-del-ao-20120204-0013.html

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