15 ene 2011

La liberación comienza en la conciencia

Ante la desesperanza que suelo encontrar en los argentinos con los que hablo quiero hacerles llegar parte del libro de Leonardo Boff (autor brasilero) “Un águila o una gallina- Una metáfora de la condición humana”
Para comenzar pone de ejemplo la historia de un pequeño país africano: Gana. Está situado en el Golfo de Guinea. Su larga historia viene del siglo cuarto. Alcanzó su apogeo entre el 700 y el 1200 de nuestra era. En aquella época había tanto oro que hasta los perros de raza usaban collares y adornos de ese metal precioso.
En el siglo XVI Gana se convirtió en colonia de los portugueses. Y por su oro abundante la pasaron a llamar Costa de Oro. Otros, como los traficantes de esclavos, la denominaban también Costa de las Minas.
En el siglo XVIII, época del llamado ciclo de Costa da Mina, llevaron hacia Bahía (Brasil) cerca de 350.000 esclavos.

Con el pretexto de combatir la exportación de esclavos para América, Inglaterra se apoderó de esa colonia portuguesa. Al inicio, en 1874, ocupó la costa, y en seguida, en 1895, invadió todo el territorio. Gana perdió así su libertad, tornándose en una colonia más de Inglaterra.
La población ganense siempre alimentó una fuerte conciencia de ancestralidad de su historia y mucho orgullo de nobleza con sus tradiciones religiosas y cultural. En consecuencia, fue constante su oposición a todo tipo de colonización. James Aggrey, considerado uno de los precursores del nacionalismo africano, fortaleció significativamente este sentimiento. Él tuvo una gran relevancia política como educador de su pueblo. Para liberar a su país (pensaba él a semejanza de Paulo Freire) precisamos antes de todo libertar la conciencia del pueblo.
A mediados de 1925, James participa de una reunión de líderes populares en la cual se discutían los caminos de liberación del dominio colonial inglés. Las opiniones se dividían. Algunos querían el camino armado. Otros, el camino de la organización política del pueblo. Otros se conformaban con la colonización a la cual toda África estaba subsumida. Y estaban también aquellos que se dejaban seducir por la retórica de los ingleses. Eran favorables a la presencia inglesa como forma de modernización e inserción en el gran mundo tenido como civilizado y moderno.
James, como fino educador, escuchaba atentamente cada intervención. Pero en un momento dado vio que líderes importantes apoyaban la causa inglesa. Hacían letra muerta de toda historia pasada y renunciaban a sus sueños de liberación. Levantó entonces la mano y pidió la palabra. Con gran calma, propia de un sabio y con cierta solemnidad, contó la historia que les prometo traducir para mañana.
Buenas noches.

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