20 oct 2010

El extraño, nuestro narrador.



Unos cuantos años después que yo nací, mi padre conoció a un extraño en una pequeña población en Puerto Rico, donde vivíamos. Desde el principio, mi padre quedó fascinado con este recién llegado encantador personaje, y enseguida lo invitó a que viviera con nuestra familia. El extraño aceptó y desde entonces ha estado con nosotros.
Mientras yo crecía, nunca pregunté su lugar en mi familia, en mi mente joven ya tenía un lugar muy especial. Mis padres eran instructores complementarios: mi mamá me enseñó lo que era bueno y lo que era malo y mi papá me enseñó a obedecer. Pero el extraño era nuestro narrador. Nos mantenía hechizados por horas al extremo con aventuras, misterios y comedias.
Si yo quería saber cualquier cosa de política, historia o ciencia, siempre tenía las contestaciones para todo. Hasta podía predecir el futuro. Me hacía reír, y me hacía llorar. El extraño nunca paraba de hablar. A veces, mi mamá se levantaba temprano de la mesa y se iba a la cocina para tener paz y tranquilidad (ahora me pregunto si ella no hubiera deseado que el extraño se fuera).
Mi padre dirigió nuestro hogar con ciertas convicciones morales, pero el extraño nunca se sentía obligado para honrarlas. Los insultos, por ejemplo no nos fueron permitidos en nuestra casa. Sin embargo, nuestro visitante de largo plazo, lograba insultar haciendo que mi papá se retorciera en su silla.
No teníamos permiso para usar alcohol de manera liberal, pero el extraño nos animó a intentarlo sobre una base regular porque decía que traía la alegría y la amistad. Hizo que los cigarrillos parecieran frescos e inofensivos, y que hasta la droga fuera divertida, enseñándonos cómo cultivarla.
Ahora sé que mis conceptos sobre las relaciones sexuales fueron influenciados fuertemente durante mi adolescencia por el extraño. Repetidas veces lo reprendieron y raramente le hizo caso a los valores de mis padres y NUNCA le pidieron que se fuera.
Más de treinta años han pasado desde que el extraño se mudó con nuestra familia. Desde entonces han cambiado muchas cosas. Ahora, Don Televisor, tiene una esposa que se llama Computadora y un hijo: Video Juego! Para toda esa familia las convicciones morales son rarezas de otros tiempos. El extraño ahora narra continuos enfrenta-mientos, acciones violentas, crímenes y aventuras "reales".Cuenta cómo los políticos insultan, sustentan el consumo de drogas como algo “privado” que no perjudica a terceros. Si querés saber historia, la tergiversa, la confunde, la embarra. Da la impresión de haber convertido sus ficciones en hechos reales.
Gracias a Martita por enviarme este texto al que me tomé el atrevimiento de tocarle algunas partes. Para mí es de autor desconocido.

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